¿Deseas llevar tu cruz con amor, serenidd y fortaleza, y beber el cáliz del Señor?
La respuesta es el Apostolado de la Cruz.
La doctrina del Concilio Vaticano II sobre la unidad de la Iglesia como pueblo de Dios congregado en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, subraya que son comunes a la dignidad de todos los bautizados la imitación y el seguimiento de Cristo, la comunión mutua y el mandato misional.
"El encuentro con el Señor produce una profunda transformación de quienes no se cierran a Él. El primer impulso que surge de esta transformación es comunicar a los demás la riqueza adquirida en la experiencia de este encuentro. No se trata sólo de enseñar lo que hemos conocido, sino también, como la mujer samaritana, de hacer que los demás encuentren personalmente a Jesús: "Venid a ver" (Jn 4,29).
""Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día" (Jn 1, 38-39. Ese quedarse no se reduce al día de la vocación, sino que se extiende a toda la vida." (Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in America, 68).
El seguimiento es la respuesta a la invitación de Jesús: "el que quiera venir en pos de mí que se niegue a sí mismo, que tome su cruz de cada día y que me siga" (Lc 9,23).
Esto nos lleva a seguir a Cristo en el misterio de su sacerdocio victimal por el que se ofrece a sí mismo al Padre por la salvación de los hombres. Implica vivir con y como Jesús, adoptar sus ideales, asumir su misión y su destino, hasta transformarnos en Él.
1. El Apostolado de la Cruz es, en la Iglesia, una asociación de cristianas/os que, al impulso del Espíritu Santo, siguen a Jesucristo sacerdote y víctima, contemplativo y solidario, promueven la comunión y colaboran con él en la salvación de la humanidad.
2. El Apostolado de la Cruz está abierto a todos los que forman el Pueblo de Dios: laicas/os, religiosas/os y ministros ordenados.
3. El Apostolado de la Cruz es una obra inspirada por Dios a la Beata Concepción Cabrera de Armida. Fue fundada por Mons. Ramón Ibarra y González, con la colaboración del P. Alberto Mir, sj, el 3 de mayo de 1895. Fue aprobada por el papa León XIII el 25 de mayo de 1898, y confiada al cuidado y dirección de los Misioneros del Espíritu Santo por el papa Pío XI, el 9 de julio de 1926, siendo Superior General el P. Félix de Jesús Rougier, entusiasta impulsor del Apostolado de la Cruz.
4. El Apostolado de la Cruz es la primera de las cinco Obras de la Cruz. Las otras son: Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús, Fraternidad de Cristo Sacerdote y Misioneros del Espíritu Santo
5. El Apostolado de la Cruz y los Misioneros del Espíritu Santo son dos obras distintas pero hermanadas por su espiritualidad, misión e historia. El gobierno y animación del Apostolado de la Cruz se realiza de manera corresponsable por ambas Obras.
6. Nuestro emblema es la Cruz del Apostolado, y el clamor de intercesión de Conchita: «Jesús, Salvador de los hombres, ¡sálvalos!», sintetiza nuestro proyecto de vida.
Los miembros del Apostolado de la Cruz se ofrecen con Jesús, Sacerdote y Víctima, en la cruz de cada día, especialmente las penas y sufrimientos de la vida.
En unión con el Sacrificio de Jesús, para consuelo de su Corazón Sagrado, por las manos de María hacen de su vida un ofrecimiento sacerdotal a fin de cooperar al reinado del Espíritu Santo para gloria del Padre en la salvación de los hombres, implorando gracias para el mundo, la Iglesia, especialmente los sacerdotes.
La Cadena de Amor es el modo característico de vivir el sacerdocio bautismal de quienes vivimos la Espiritualidad de la Cruz.
¡Todos estamos convidados a la obra de la salvación!